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Porque no se puede permanecer impávido ante el mundo...

viernes, 12 de junio de 2009

La Primera vez que él Enloqueció I.

LA PRIMERA VEZ QUE ÉL ENLOQUECIÓ I.

La Primera vez que él enloqueció fue en aquella ciudad proscrita.

Iba forzado por ella, como siempre, como los presos políticos de los ejércitos vencidos. Por ella.

Iba forzado por su mujer de entonces. Almudena.

Se estaba poniendo de moda una ciudad hasta entonces desconocida. Una ciudad que no llevaba a ninguna parte. No estaba conectada con ninguna otra. En la Historia del SXX no había destacado por nada aparentemente. Aunque Eiffel construyó la estación de tren. Aunque le debemos a su producción de uvas celebrar el fin de año tomándolas al compás de las campanadas. Aunque fuera el puerto principal de Al- Andalus oriental. Aunque en dos ocasiones hubiera sido destruida por un terremoto. Todo esto quedaba demasiado atrás en nuestras memorias contemporáneas y anémicas.

En aquella época sólo se conocía de ella el desierto.

El desierto, los spaghetti westerns y los invernaderos.

Pero había que ir a aquella ciudad desértica que empezaba a despuntar por sus playas desérticas.

Él odiaba el desierto.

El odiaba el mar.

No importaba. Su voluntad no importaba. Aquella ciudad era “la modernidad” del círculo de trabajo de ella, Almudena.

Almudena.

¿Qué podía esperar de una mujer que tiene nombre de cementerio?

Él no ejecutaba su voluntad. Su mujer con su nombre de cementerio se encargaba de que él no necesitara pensar. Su mujer con nombre de cementerio le eligió como macho dominante para construir su manada. Su mujer con nombre de cementerio quería bruñir el “diamante bruto” que él llevaba dentro.

Su mujer con nombre de cementerio desvariaba.

La mujer con nombre de cementerio decidió un día ir a Almería.

Almería.

Aquella extraña ciudad que nadie sabía situar correctamente en el mapa.

La familia de la mujer con nombre de cementerio eran vascos. Cuando colocaron al primer etarra de la familia y lo enviaron a la cárcel de Acebuche, en Almería, las mujeres fueron a Amnistía Internacional a preguntar:

- ¿Dónde está Almería, pasado Burgos?

- No, señoras, no.

- ¡Ah! Pues entonces será cerca de Madrid, claro.

- No, no ,no, más al sur.

- ¿Al sur? ¿Al sur de qué?

- De la península, señoras. Está en el sur este, entre Granada y Murcia.

¡Entre Granada y Murcia! ¿Habría algún lugar más alejado aún de Euskalerría? ¿Habría algún otro lugar tan lejos del mundo como aquella ciudad?

La primera vez que él enloqueció fue en Almería.

La última también.

Carmen K. Salmerón.

2 comentarios:

ayala etxebarri dijo...

me encantan tus relatos "La Primera Vez que él Enloqueció I" y "Casi divina" ¿cómo puedo ponerme en contacto contigo para un proyecto?
besos
ayala

Marchante dijo...

Cómo decirte gracias, anaya. ¿Con quién quieres contactar, con Manuel González, Manugón, el fotógrafo, o con Carmen K. Salmerón, la periodista?
Salud para disfrutar.