El intrépido navegante clásico, se zambulle en las aguas desconocidas y pantanosas de un nuevo, profundo y abisal universo (cómo si ya fuera poco con el que teníamos).
Su cabeza, de bellas proporciones clásicas, exponente del arte greco-hispano, se pasea entre el museo Arqueológico y los Chills más fashions de Chueca.
La vida es así. El surrealismo también. Pregúntenle a André Breton (si es que tienen su móvil o su mail).
¡Cuánta belleza hay en la no existencia del pasado y en la no existencia del futuro!
1 comentario:
Ja ja ja ja ja, no sé si escribes en serio o de coña, pero qué risas!!!
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